La casa original

La historia de La Casa Franca

El origen de La Casa Franca es anterior al primer espacio de la calle Valverde. Se remonta a una toma de contacto con la gestión cultural motivado por unas ganas tremendas de coger las riendas de las actividades en las que participaba como artista. En esa época, hablamos del 2010, ya estaba en colaboración con otros espacios alternativos de arte y galerías de Madrid pero tenía el sueño de crear un lugar diferente, único, hecho por artistas y para artistas, un lugar consecuente con una ideología que abanderara el arte, la calidad y la creatividad, un caldo de cultivo para la cultura venidera.
Con estas grandes pretensiones empezó a conformarse el germen que un año más tarde eclosionó en la vivienda de la calle Valverde. La Casa Franca había nacido, tenía nombre y cuerpo pero aún le faltaba todo un camino por delante.

La Casa

La vivienda de la calle Valverde fue una aventura única, llena de momentos difíciles y muy emotivos. Desde sus comienzos los recuerdos de la casa, que rezumaban de sus paredes y objetos, se adhirieron a la idea que se tenía para el espacio y conquistaron en cierta manera la identidad de La Casa Franca. Es importante aclara el tipo de casa al que nos referimos, una vivienda pequeña del centro de Madrid en completa ruina, habitaciones profusamente empapeladas, gruesas cortinas filtrando la luz de los ventanales ajados de madera, enseres de otra época y de vidas ajenas,... un carrusel de recuerdos anónimos allí paralizados en el tiempo como una cápsula del pasado. Y de entre todos estos recuerdos y restos uno superó a todos los demás y se alzó como el heraldo de la nueva etapa. Los amigos de La Casa Franca ya saben que me refiero al retrato de Rita Montenegro, última inquilina del inmueble.

Retrato de Rita Montenegro

Como la musa de un artista el fantasma de Rita Montenegro, inventado a través de los retazos de información que reunimos, inspiró una estética basada en lo tenebroso, lo íntimo y lo violento. Sinceridad desde el estilo y desde la praxis, expresión libre de edulcorantes, muy joven y siempre dispuesta al riesgo, estas eran las proclamas de La Casa Franca inicial que tras unas cuantas capas de pintura y mucha lejía se proclamó como un Club de artistas enérgicos y con mucho que decir. La primera exposición "Rita Montenegro está muerta" fue la aparición de La Casa Franca en los círculos artísticos, tres días de homenaje airado y sentido a nuestra dama, la más que conocida prostituta y meretriz de las calles Puebla y Valverde. Todo el espacio fue convertido en los restos de una macro fiesta (guiño a la escena del doble funeral de My Own Private Idaho) y a cada asistente se le entregaba un testamento firmado por el cual Rita me legaba simbólicamente sus últimas propiedades. Los visitantes pronto comprendieron que no encontrarían un espacio al uso en La Casa Franca
Tras esta presentación pública comenzaron las exposiciones, las caras nuevas, el aprendizaje a base golpes, el trabajo duro,... Mucha gente pasó por el espacio impregnándolo con su huella, cada una diferente, cada una rica en matices. La programación del espacio ensalzó esa variedad como una de sus características esenciales y de mismo modo cada actividad contaba con sus propias reglas, horarios, aforos, etc, todo definido por el concepto que se explorara en cada evento. Instalaciones, lecturas, teatro íntimo, proyecciones, charlas, acciones sonoras, pujas, danza, mercadillos, meriendas, exposiciones nocturnas, conciertos, pases privados, sesiones fotográficas, fiestas,... quisimos hacernos hueco en el panorama de ocio madrileño y lo conseguimos.

Cristiane Boullosa en RCODE Sesión fotográfica de Rude Magazine Acción de Prostíbulo poético

La Ciudad

Tras unos años la casa de Valverde había experimentado todo tipo de transformaciones, teníamos más equipo, más mobiliario y más afluencia, pero la locura inicial había dejado paso a un acomodamiento, como si allí acabara todo y tuviéramos que exprimir la casa hasta que no quedaran más que los cimientos. Muchas horas se invirtieron reflexionando sobre el futuro de La Casa Franca, había un apego enorme al espacio pero también existía la necesidad de un cambio que nos impulsara un peldaño más allá. Como muchas veces pasa la respuesta llega cuando uno menos se la espera y así fue, en febrero del 2013 celebramos la primera edición de Franqueados, enorme exposición desde los escaparates de múltiples comercios del barrio de Malasaña en respuesta al aurea artística que ARCO generaba. El evento fue un éxito en muchos sentidos, desde la repercusión que tuvimos en prensa hasta la asistencia de artistas y visitantes, pero sobre todo, y crucial para La Casa Franca, volvió a surgir ese sentimiento reivindicativo, esa energía creativa y esas ganas de acción sin tregua. También en esas fechas La Casa Franca fue invitada a participar en un par de festivales de arte y nos admitieron alguna propuesta para entidades grandes como el Matadero de Madrid, el festival de tendencias urbanas MulaFest o la Universidad Complutense de Madrid. Así que estaba claro, el espacio se había quedado pequeño y La Casa Franca debía salir de sus tupidas paredes para abordar nuevos retos y aspiraciones como entidad organizadora en la ciudad o en cualquier espacio que estuviera integrado en ella, eso sí, sin olvidar nunca los orígenes ni los fantasmas que a día de hoy siguen siendo amigos y musas de este precioso proyecto.

Plano de la casa original